Byungchae Ryan Son

El 'cuerpo' en la era de la IA: Mira más allá de la pantalla

Creado: 2024-05-16

Creado: 2024-05-16 10:43

La semana pasada, UMG (Universal Music Group) eliminó su catálogo musical completo de TikTok después de que expirara su contrato de licencia con la plataforma y no se llegara a un nuevo acuerdo. La eliminación de la música de numerosos artistas, como Taylor Swift y Drake, provocó que se silenciara el audio relacionado en los videos que veían los usuarios, y los creadores ya no podían agregar esas canciones a sus nuevos videos. UMG explicó que esta decisión se basa en que la plataforma de videos cortos está repleta de grabaciones generadas por IA y fomenta la creación de música con IA, lo que equivale a patrocinar el reemplazo de artistas por IA. También argumentó que TikTok realiza pocos esfuerzos para abordar la gran cantidad de contenido que infringe derechos de autor, discursos de odio, prejuicios y acoso.


La IA puede considerarse una tecnología nueva y de un tipo nuevo desde la perspectiva del público. Esto se debe a que es la primera tecnología que aprende y tiene el potencial de desarrollarse de forma independiente, superando las capacidades de su creador. Sin embargo, la rápida materialización del potencial de la IA implica que se necesita con urgencia predecir el futuro de la humanidad. Y es necesario prestar atención al hecho de que los grandes problemas que atraviesan actualmente todo el ecosistema de la IA, como la ruptura de las negociaciones entre UMG y TikTok, el fallido golpe de estado interno en Open AI el año pasado y el proyecto TruthGPT de Elon Musk, están repletos de expresiones como enfrentamiento, guerra y supervivencia de la humanidad.


En otras palabras, podemos confirmar que el marco dominante que aplicamos implícitamente al imaginar el futuro de la tecnología es la teoría de la evolución de Charles Darwin de hace 165 años.


La perspectiva evolucionista de Darwin se refleja de manera dramática en la declaración de The Center for AI Safety, una organización sin fines de lucro con sede en San Francisco. En ella, se destaca que mitigar el riesgo de extinción por IA debe convertirse en una prioridad global comparable a riesgos sociales a gran escala como una pandemia o una guerra nuclear. Se asume un futuro en el que, debido a la selección natural, la IA más influyente del futuro puede tener una tendencia egoísta a priorizar sus propios objetivos sobre la seguridad de la humanidad. Por supuesto, adoptar la selección natural como perspectiva fundamental tiene sentido al considerar el estatus de la IA como una tecnología que aprende, crece y se convierte en una tecnología adaptable. Esto se debe a que es una respuesta a las limitaciones inherentes al modelo de adopción de tecnología anterior, que se consideraba una herramienta inactiva que solo funcionaba cuando la usaba una persona.


Sin embargo, también debemos tener en cuenta que este punto de vista puede generar expectativas excesivas con respecto a la atribución de una autonomía independiente a la IA. En las plataformas de IA generativa actuales, podemos confirmar la opinión de que la aparición de una IA con una inteligencia más cercana a la humana aún está lejos, y que la perspectiva de la selección natural también tiene el efecto secundario de hacer que percibamos a los humanos como algo más distante en su proceso de desarrollo de lo que realmente son. Lo que está claro es que los humanos tienen la intención de crear IA y que nuestro sistema social también está siendo reorganizado y formado por la IA.


La teoría de redes de actores (Actor-Network Theory, ANT) de Bruno Latour ayuda a comprender esto con un poco más de claridad. Al ir más allá de la visión tradicional que considera solo a los humanos como actores con autonomía, y al considerar también a las entidades no humanas, es decir, la IA, como entidades autónomas que forman redes y ejercen influencia, podemos confirmar la relación de interdependencia entre estos dos actores principales. En otras palabras, la sugerencia que ofrece la perspectiva de la ANT es que, cuando desarrollamos sistemas que resuenen con la IA, debemos tener en cuenta los mecanismos de control y equilibrio. Esto nos permite evitar el peligro de definir a la humanidad como un receptor pasivo del desarrollo tecnológico, tal como se presenta en el manifiesto tecnooptimista de Marc Andreessen, que aboga por la libre evolución de la IA.

El 'cuerpo' en la era de la IA: Mira más allá de la pantalla

Desde las películas como 'Ready Player One' y 'Tron' hasta las ideas actuales sobre el metaverso, nos entusiasma hablar de la riqueza y el realismo con que todo lo que experimentamos puede materializarse en entornos inmersivos dentro de un espacio digital. Sin embargo, incluso en estas imaginaciones sobre el futuro de la tecnología, el cuerpo humano sigue siendo demasiado familiar y poco interesante, y nos quedamos en la imagen de una persona sentada en una habitación real, aburrida, mirando únicamente la pantalla de un dispositivo que lleva puesto en la cabeza. Tal vez, la consideración y mejora del entorno y la situación en la que se encuentra el cuerpo humano, que recibe relativamente menos atención en medio del entusiasmo por el progreso tecnológico, sea un área de oportunidad adicional que respalda firmemente el éxito real de las empresas tecnológicas. La interdependencia entre humanos y tecnología es muy clara. Parece necesario cambiar de una perspectiva centrada en la evolución descendente y la selección natural a una perspectiva ascendente e interdependiente en la que los humanos sean el motor central del cambio.



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